En redes sociales y blogs de bienestar, una tendencia gana cada vez más seguidores: el ayuno de dopamina. ¿La idea? Alejarse de todo lo placentero, como las redes sociales, los videojuegos o incluso el contacto social, para “resetear” el cerebro y recuperar la motivación. Sin embargo, la neurociencia dice otra cosa: esta moda no tiene respaldo y puede ser más perjudicial que útil.

Así lo explican tanto expertos en neurociencia como una reciente revisión científica publicada en 2024 por investigadores de la Universidad Municipal de Ahmedabad (India), en la revista Cureus. El trabajo, titulado "A Literature Review on Holistic Well‑Being and Dopamine Fasting: An Integrated Approach", advierte que el término ayuno de dopamina se volvió popular, pero está basado en una mala interpretación del funcionamiento cerebral.

Qué es la dopamina y qué dice la neurociencia

La dopamina no es “la molécula del placer”, como muchos dicen. Es un neurotransmisor fundamental para la motivación, el movimiento, la atención y la toma de decisiones. Según el neuropsicólogo Oliver Serrano León, profesor de la Universidad Europea de Canarias, “no se libera sólo cuando sentimos placer, sino también cuando aprendemos, o cuando enfrentamos situaciones de estrés o incertidumbre”.

¿Se puede "ayunar" de dopamina? No. Es imposible apagar la dopamina a voluntad. Y lo que proponen muchos influencers, alejarse de las redes o el entretenimiento para “limpiar” el cerebro, es una mala metáfora, según la evidencia científica. Sólo algunas drogas como la cocaína o las anfetaminas pueden modificar realmente la producción dopaminérgica de manera significativa. Comer chocolate o ver series, no.

¿De dónde salió esta idea?

El término dopamine fasting surgió en 2019 en Silicon Valley, impulsado por el psicólogo Cameron Sepah. Originalmente era una propuesta conductual para limitar hábitos compulsivos. Pero las redes lo convirtieron en una especie de “detox digital” con promesas exageradas: que con unos días alejados del celular podés curar la ansiedad, resetear el cerebro y volver a ser productivo.

El estudio publicado en Cureus, revista científica de medicina y otras ciencias de la salud, analiza cómo esta tendencia se volvió viral y qué impacto puede tener en la salud mental. Si bien reconoce que limitar el uso excesivo de pantallas o estímulos puede tener efectos positivos en el enfoque y la autorregulación, deja en claro que no hay pruebas de que estas prácticas modifiquen la producción de dopamina ni funcionen como un reinicio neuroquímico.

Además, señala que los ayunos extremos, como aislarse completamente del entorno o eliminar por completo estímulos placenteros, pueden provocar ansiedad, desequilibrio emocional y frustración.

Entonces, ¿conviene desconectarse?

Sí, pero con criterio. Hacer una pausa digital o revisar los hábitos diarios puede mejorar el bienestar, no porque “limpie la dopamina”, sino porque ayuda a recuperar el equilibrio entre lo urgente y lo importante. Se trata más de autocuidado que de neuroquímica.

Como explica Serrano León, el bienestar no se logra “apagando” el placer, sino entendiendo cómo funciona el cerebro y cultivando hábitos sostenibles. Porque al final, lo esencial no es dejar de disfrutar, sino aprender a convivir con los estímulos sin culpa, sin excesos y sin mitos.